Semana 46/2022
Hace unos años fui jurado del corcuso de arte infantil de unos grandes almacenes, la típica cosa en las que acabas sin saber demasiado bien cómo. Allí pude ver los dibujos de cientos de niños separados por edades, cada edad estaba en una categoría y me di cuenta de una cosa que me llamó mucho la atención.
En los primeros años no saben lo que hacen, manchan y les gusta y ya, son salvajes, los resultados son interesantes como obras puntuales pero ahí no hay un artista porque no hay intención.
A medida que van creciendo se empieza a notar que hay una persona detrás, iconografías que se ven propias y una intuición sobre todo lo que es el arte, no sé si porque el ojo se va educando o si las clases en los colegios y academias infantiles van dando frutos, el trazo se va dominando y comienza a haber control, los jóvenes artistas empiezan a ser conscientes de lo que hacen.
Entonces llega la debacle, alrededor de los nueve o diez años todo empieza a ir mal.
Como si fuese una maldición, los pequeños empiezan a dejar de dibujar como ellos mismos y les ves que se dedican a copiar los dibujos que les gustan, ya no hacen su Papá Noël, hacen el Papá Nöel que ven por ahí y que les gusta más. Supongo que tendrá que ver con alguna cuestión de la formación de la personalidad o yo qué sé, no soy psicólogo, pero de pronto, todo lo maravilloso, mágico y nuevo que había en los dibujos, desaparece.
Creo recordar que el concurso era de niños de hasta once años. Ya luego nada, está prohibido dibujar. Es llamativo que la gente que no se dedica al oficio o a la afición de dibujar ya no aprende más, de hecho vuelven a un estado previo a ese momento fascinante, hacen dibujos de niños pequeños, de niños pequeños que tienen la motricidad de un adulto, pero infantiles puramente.
¿Qué nos pasa? ¿Por qué abandonamos la enseñanza del arte en el instituto y la sustituimos por el "dibujo técnico"?
Y luego ya nada, desaparece.
Me encuentro con mucha gente que me cuenta que dibujaban muy bien de pequeños y que se lo pasaban superbien, pero que lo dejaron porque dejó de dárseles bien.
Yo creo que es fruto de un autoengaño, de creer que dibujar bien es una una cosa que no es realmente.
Un buen dibujo no necesita tener una anatomía correcta ni una composición correcta ni nada más allá de una mínima técnica, un buen dibujo expresa algo que quiere contar quien lo hace y también habla de la persona que lo hace, eso son cosas que no se pueden intercambiar de una persona a otra y son realmente maravillosas. Cuando se aprende técnica consigues versatilidad y la posibilidad de controlar más todo el proceso, consigues dominar todo el proceso y llevarlo hasta donde tú quieres, pero siempre manteniendo tu voz personal.
Todo esto para contar que soy un padre más que orgulloso porque mi hija hizo el sábado estos fanarts de Naruto tan potentes.
Esta semana en Streaming de Dibujantes encendimos los micros y nos pusimos a hablar de nuestras cosas, el resultado, un vídeo estupendo, siempre me quedo con ganas de hablar más con David Lafuente.
He sacado la segunda newsletter de mi tienda en la que hago hincapié en que aún quedan algunos originales del Inktober a la venta, echadle un ojo aquí si quieres.
Esta portada me sirve muy bien de ejemplo de lo que contaba. Fallan muchas cosas a nivel técnico, pero transmite un sentimiento difícil de contar con palabras y es claro y meridiano que la he dibujado yo y qué cosas me gustan a mí. Una de las portadas qué más me ha gustado de mi carrera.
Por cierto, fue el editor, Mark Paniccia quien sugirió que Jean tenía que estar haciendo una pompa de chicle. Es genial cuando trabajas con gente que está en tu misma onda.
A disfrutar de la semana, ¡no olvides vitaminarte y supermineralizarte!
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