Semana 38/2023
El otro día me preguntó mi hija cuál es el mejor anime (las hijas preguntan esas cosas), yo le respondí sin dudar.
"Akira, de Katsuhiro Otomo."
Y procedí a contarle la batallita para que aprendiera a no preguntarle a papá demasiado temprano.
Mi mente voló a una noche de verano (13/09/1990) en la que puse Metrópolis, el programa cultural de TVE2 en el que te ponían lo más moderno y lo más rompedor, el tipo de contenido que un adolescente con sensibilidad artística espera.
Recuerdo que estaba viendo la televisión con mi hermano y pusimos a ver qué había, en mi recuerdo solo había dos canales entonces, pero es probable que me esté engañando, y entonces lo vimos.
En aquel momento no identificaba lo que estaba viendo, entendía los trozos de las imágenes pero no llegaba a entender qué era aquello, eran dibujos animados pero no era nada ni remotamente parecido a nada que hubiese visto, como un poseído le di a grabar en el vídeo VHS sin pararme a pensar encima qué documento familiar estaba destruyendo (tal vez ese saludo de Teresa Rabal a mi padre desde la plaza de toros de Zaragoza vacía).
Entonces el trance me raptó, la música de tambores japoneses y el sonido de respiración me sacaron de mi realidad y me transportaron a aquellas motos imposibles que dejaban estelas de luz a su paso, la violencia extrema, los neones de Neo-Tokio.
Durante aquellos 20 minutos todo lo que había considerado alguna vez "una obra de arte" quedó en el siglo XIX, lo que sucedía ante mis ojos y que todavía tardaría en asimilar, me hacía cruzar las puertas de la percepción.
El programa terminó y paré la grabación, inmediatamente me fui a dormir porque mi cerebro estaba agotado. No volví a ver aquel vídeo, las imágenes han seguido absolutamente vívidas en mi mente desde entonces, y lo que es más importante la sensación de arrebatamiento.
El arte con mayúsculas debe ser eso, debe dejarte sin palabras, debe super la propia experiencia humana.
Durante el verano me hicieron una reseña estupenda de "Rumbo a Bosque Perdido", (disponible en MilComics y en The Green Room) en Caballero de Castilla, el blog de Santiago Bobillo, y me llamó mucho la atención que en vez de centrarse en el arte, trataba la historia y la ponía muy bien. Mi crítica más dura, mi madre, también la puso muy bien.
Y es que hay veces que haces las cosas sin preocupaciones, solo por diversión y es como quedan mejor.
¡¡Me acuerdo de haber visto ese programa!! , nunca veía Metrópolis ni tampoco la tele tan tarde, pero por una carambola del destino me quedé a solas en el salón ojeando la tele mientras el resto de la familia se preparaba para acostarse. Cuando ví la animación, el ritmo visual, las estelas de luz de las motos, el dibujo... terminé totalmente en Shock, fué mi primer contacto con Akira, inesperado y apabullante para alguien que sólo conocía la animación infantil de la parrilla de aquella época. Hasta muchos años más tarde no pude cercar la brecha abierta y disfrutar de Akira plenamente.
Algo parecido me pasó al ver en la MTV de la época flashes de la animación de Aeon…